Declaración de Fe

Creemos en la Biblia como toda la palabra revelada e inspirada de Dios, y es ella nuestra única guía de fe y práctica.

Creemos que Dios inspiró su palabra de manera verbal y plenaria. Entendemos por verbal que, aunque Dios tomo en cuenta la personalidad, el carácter y el estilo propios de cada hombre que usó para escribir la Biblia, el Espíritu Santo fue quien escogió con exactitud cada palabra usada en la Escritura. Entendemos por plenaria que tanto el A.T. como el N.T. fueron igualmente inspirados.

Creemos que la palabra de Dios es inerrante, e infalible. Entendemos por inerrante que es absoluta, sin errores, ni contradicciones. Entendemos por infalible que es perfecta, que no se equivoca en su propósito, y que es aplicable universalmente.

Creemos que la palabra de Dios es suficiente para que el hombre pueda ser salvo, y para que pueda vivir en santidad, de la manera que le agrada a Dios.

Creemos que Dios preservó las Escrituras en el Texto Masorético para el A.T., y en el Texto Recibido para el N.T. Usamos las versiones King James 1611 en inglés, y Reina Valera 1960 en español.

          Ex. 34:27; Sal. 45:1; Jer. 36:1-2; 2 Ti. 3:15-17; 2 Pe. 1:19-21

Creemos que hay un solo Dios, creador que sustenta y da fin a todas las cosas, y entendemos el relato de Génesis de manera histórica, descrito en días literales de 24 horas.

Creemos que Dios se manifiesta eternamente en tres personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Creemos que las tres personas de la Trinidad de Dios son iguales en esencia, y diferentes en funciones.

Is. 45:5; Gn. 1:1; Gn.2:4; Sal. 16:5; Col. 1:17; Ap. 22:13; Jn. 1:1; Jn. 1:14; 1 Jn. 5:7

Creemos en la Divinidad de Jesucristo, en su concepción y nacimiento virginales, en su impecabilidad, en sus milagros, en su muerte voluntaria, sustitutoria, y expiatoria; en su sangre derramada en la cruz del Calvario, en su resurrección corporal, en su ascensión al cielo a la diestra de Dios Padre, en su segunda venida, y en su reinado eterno con su iglesia.

Col. 1:13-30; Mt. 1:18-25; 2 Co. 5:21; Jn. 20:1-10; 1 Pe. 1:18-19; Mc. 16:19-20; Mt. 27:32-54; Ro. 8:17

Creemos en la Divinidad del Espíritu Santo, quien en el presente convence al pecador de pecado, de justicia y de juicio; regenera a todo aquel que verdaderamente cree, lo sella para siempre, mora en él, lo instruye, lo guía y lo reprende, lo llena, y controla su vida.

Lc. 1:35; 1 Co. 2:10, 11; Jn. 16:4-11; Ro. 8:26, 27; Gál. 5:22-23; Ef. 1:13-14; Heb. 9:14

 

Creemos que el Espíritu Santo de Dios repartió dones a la iglesia para su edificación y madurez, pero que algunos de ellos cesaron; estos son: apostolado, lenguas, interpretación de lenguas, sanidad, milagros, discernimiento de espíritus, palabra de conocimiento, y profecía.

Creemos que, aunque se pudiera decir que un misionero es un apóstol en el sentido de que es un enviado, no lo es en el sentido del don bíblico con las señales que lo acompañan, pues para estos fue requisito haber visto a Cristo.

Creemos que, en cuanto a la profecía, cualquiera que predica el evangelio a alguien que no lo conoce es un profeta, en el sentido de que da un mensaje desconocido para el oyente, pero nunca se debe entender que existe hoy la profecía en el sentido predictivo.

Creemos que hoy Dios aún sana y hace milagros en Su soberanía, conforme a Su voluntad, pero no significa que estos dones puedan ser ejecutados por hombre alguno, de la manera que sucedía en tiempos del Nuevo Testamento.

1 Co. 13:8-10; Hch. 1:21-22

Creemos que el hombre, aún aquel que pueda considerarse “decente, moral, o socialmente bueno”, es pecador por naturaleza, que elige pecar, y que practica el pecado.

Creemos que el hombre no puede librarse de la esclavitud del pecado, a no ser disponiéndose a aceptar la gracia redentora de Dios, para ser regenerado por medio del Espíritu Santo, por lo que está, en este sentido, totalmente depravado.

Creemos que el hombre tiene un destino eterno: los salvos, para vida eterna en el cielo, y los perdidos para condenación eterna en el infierno. Creemos en el cielo y en el infierno, literales, como los describe la palabra de Dios.

Ro. 3:10; Ro. 3:23; Ap. 21:10-21; Ap. 20:10

Creemos que cualquier cosa que pensamos, decimos, o hacemos, que no agrada a Dios, es pecado.

Creemos que Adán y Eva pecaron voluntariamente, ofendiendo a Dios, afectándose a sí mismos, y afectando a toda la raza humana después de ellos.

Creemos que cada ser humano hereda de sus padres la naturaleza pecaminosa, por lo que todo hombre está manchado por el pecado.

Creemos que la solución al problema del pecado del hombre es la imputación de la justicia de Jesucristo sobre él.

Creemos que el único pecado que condena al hombre al infierno es la incredulidad, y que Dios puede personar cualquier pecado.

Creemos que cada persona es responsable por su propio pecado, y que ningún pecado tiene suficiente poder como para controlar a un verdadero creyente.

Sal. 51:4; Mt. 18:21; Pr. 6:33; Ef. 2:3; Ro. 1:18-3:20; 2 Co. 4:4; Ef. 4:18; Ro.5:12-21; 2 Co. 5:19-21

Creemos que existe Satanás como persona, que tiene poder limitado, y que ya fue derrotado en la cruz del Calvario, por lo que es un adversario caído.

Creemos que Satanás no puede poseer a un verdadero creyente, aunque si puede ser de mala influencia para su crecimiento espiritual, y su obediencia al Señor.

Creemos que Satanás será atormentado eternamente en el lago que arde con fuego y azufre, y que es el enemigo de las almas.  

Job. 1:7; Job. 1:12; Ef. 4:27; Ap. 20:10; 1 Pe. 5:8

Creemos en la iglesia local y autónoma, independiente en gobierno, finanzas, y multiplicación, y que las iglesias locales deben cooperar unas con otras, sin que tengan que mediar terceros entre ellas.

Ro. 1:7; 1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1; Gál. 1:2; Ef. 1:1; Fil. 1:1; Col. 1:2; 1 Tes. 1:1; 2 Tes. 1:1

Creemos que la iglesia local está formada por un cuerpo de creyentes salvos y bautizados por inmersión, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que se reúnen para adorar a Dios y cumplir con la Gran Comisión, y que el único requisito bíblico para ser bautizado es profesar haber aceptado a Jesucristo como único y suficiente Señor y Salvador.

Mt. 3:16a; Mt. 28:19-20; Hch. 2:41; Hch. 8:12; Hch. 8:36; Hch. 16:33; Hch. 18:8

Creemos que el Señor Jesucristo es el fundamento y el fundador de la iglesia, la cual comenzó a formarse cuando Él escogió a los apóstoles de entre sus discípulos.

Ef. 2:20; 1 Co. 3:11; Mt. 16:18; Lc. 6:12-16; 1 Co. 12:28

Creemos que el Señor añadió instrucciones a la iglesia en proceso de formación durante su ministerio terrenal, hasta que llegó a estar totalmente equipada para sus funciones en el día de Pentecostés, en el cual se añadieron nuevos miembros, y se marca el comienzo de la dispensación de la iglesia.

Mt. 18:15-17; Mt. 28:19-20; Lc. 24:49; Hch. 2:41-47

Creemos que la iglesia universal del Señor es la de la reconciliación, en Cristo, entre judíos y gentiles, la cual sólo será visible en el cielo.

Jn. 10:16; Ef. 2:11-16

 Creemos en la unidad del Espíritu de los creyentes en el Señor Jesucristo, y no en la unidad que organiza y promueve el ecumenismo, la cual ni compartimos ni aceptamos.

1 Co. 12:13b; Gál. 1:9; 2 Jn. 9-11

Creemos que la salvación es un regalo de Dios en su gracia, y que se obtiene, únicamente, por medio de la fe en el Señor Jesucristo.

Creemos que para ser salvo es necesario arrepentirse de la incredulidad; el arrepentimiento no es una obra, sino que es un cambio de mente, que se manifiesta en un cambio de actitud hacia Dios, y está inseparablemente ligado a la fe que salva.

Creemos que Dios declara justo a todo aquel pecador que verdaderamente se arrepiente y pone su fe en el Señor Jesucristo, lo aparta para Sí, y que, cuando esto pasa, la persona nunca puede perder su salvación.

Creemos y practicamos la separación personal, con una vida enfocada en la santidad, y el servicio que Dios demanda de sus hijos.

Jn. 3:16-18; Juan 10:28; Ef. 2:8; 1 Pe. 1:16

Creemos que la segunda venida de Cristo a la tierra ocurrirá de la siguiente manera:

Primero, el rapto de los salvos, que puede ocurrir en cualquier momento; los muertos en Cristo oirán la trompeta y resucitarán primero, luego el resto de los santos serán transformados en un abrir y cerrar de ojos y estarán con el Señor en el aire. Sólo los santos verán al Señor en esta fase. Luego, vendrá en la tierra un período de gran tribulación, en el cual Satanás, la bestia y el falso profeta tendrán autoridad en la soberanía de Dios para actuar por siete años literales; mientras, en el cielo se estarán efectuando el juicio y la cena de bodas del Cordero.

Una vez cumplidos los siete años, Cristo vendrá visiblemente para todo el mundo con su iglesia, para reinar sobre la tierra por mil años literales, luego de los cuales Satanás será suelto nuevamente, y saldrá a engañar a los que no creen en Cristo para luchar contra el Cordero, pero Dios los destruirá  por fuego, al igual que a los cielos y a la tierra que vemos hoy, y creará cielo nuevo y tierra nueva después del juicio de los perdidos, quienes arderán eternamente en el lago de fuego y azufre junto a Satanás y sus ángeles.

1 Tes. 4:13-17; 1 Co. 15:51-52; Dan. 9:27; 2 Co. 5:10; Ap. 19:7-10; Ap. 1:7; Ap. 20:1-2; Ap. 20:11-15

Creemos que el derecho a la vida es inviolable, que la vida comienza en el momento de la concepción, y rechazamos categóricamente el aborto en cualquier etapa del embarazo, o por cualquier motivo.

Creemos en la dignidad de todo ser humano, y rechazamos cualquier tipo de discriminación por motivos de raza, color, origen nacional, etnicidad, o sexo.

Creemos que solamente existen dos sexos: varón, y hembra; el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, delante de Dios, para toda la vida. Rechazamos cualquier intento de cambiar el sexo natural, así como cualquier concepto de “matrimonio” o “familia”, que no cumpla con lo establecido en la Biblia.

Creemos que el hombre es la cabeza del hogar, y el responsable delante de Dios de cuidar, sustentar (material y espiritualmente), proteger, y amar a su familia, y que su esposa es su ayuda idónea, la cual se debe sujetar voluntariamente a su autoridad y liderazgo. Rechazamos tanto el machismo como el feminismo.

Creemos en orar por las autoridades, y en someterse a aquellas que cumplan con su función bíblica de ser servidoras de Dios para nuestro bien. Rechazamos cualquier tipo de violación gubernamental de los derechos y libertad inalienables dadas por Dios a los individuos.

Creemos en la separación entre el estado y la iglesia, y rechazamos toda intervención gubernamental en los asuntos del ministerio cristiano.

Creemos que el hombre tiene la responsabilidad de usar los recursos naturales disponibles en el planeta para su beneficio, que Dios sustenta totalmente Su creación, y rechazamos la politización de la agenda ambientalista.

Jer. 1:5a; Gn. 1:27; Col. 3:25; Gn. 2:18; Ef. 5:22-33; 1 Ti. 5:8; 1 Ti.2:1-3; Ro. 13:1-4; Mt. 22:21; Gn. 8:22